Tema de esta edición: La locura. Don quijote en el mundo actual.
La locura como espejo de nuestra época.
La locura como espejo de nuestra época.
En el corazón de la Mancha, Cervantes imaginó a un hidalgo que, entre libros de caballerías, perdió el juicio para descubrirnos la sinrazón de un mundo que se tenía por cuerdo. La paradoja de Don Quijote radica en que, cuanto más enloquece, más se revela la locura de una razón que reduce la vida al cálculo, la utilidad y la ganancia. Su delirio no es un extravío privado, sino un espejo crítico que todavía interpela a nuestro presente, donde algoritmos de optimización, métricas de productividad y tecnologías de vigilancia prolongan lo que Theodor W. Adorno y Max Horkheimer denunciaron en Dialéctica de la Ilustración (1944) como la ceguera de la razón instrumental. A esta crítica se suma Simone Weil, quien en La condición obrera (1937-1942) advirtió del peligro de reducir al ser humano a un mero engranaje de eficiencia productiva, anulando su dimensión espiritual; y María Zambrano, que en Filosofía y poesía (1939) y Claros del bosque (1977) propuso una “razón poética” como vía para abrir espacio a lo humano, lo vulnerable y lo sagrado frente al dominio del cálculo. ¿Es, entonces, Don Quijote un enajenado o un visionario que desnuda la violencia escondida bajo la racionalidad dominante?
La tensión entre el caballero idealista y su escudero realista nos recuerda que el saber no garantiza la cordura ni la ignorancia equivale a irracionalidad. El lector empedernido, Alonso Quijano, se lanza al delirio, mientras Sancho, sin letras, representa la sensatez. Esta inversión de roles se hace visible desde los primeros lances. En el capítulo VIII, cuando Quijote avista gigantes en el horizonte, “donde se descubren treinta o pocos más desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer, que esta es buena guerra”. Sancho le advierte: «—Mire vuestra merced —respondió Sancho— que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino».
Esa inversión se ha reproducido en narrativas contemporáneas: Walter White, en Breaking Bad (Vince Gilligan, 2008), es un químico brillante que sucumbe a fantasías de poder, mientras Jesse Pinkman, marginal y torpe, encarna la conciencia del daño real. En Cry Macho (2021), Clint Eastwood interpreta a un viejo héroe desfasado acompañado por un joven desconfiado que lo devuelve al presente. En el cine español, Basilio Martín Patino mostró en Nueve cartas a Berta (1966) la tensión entre idealismo y desencanto vital, del mismo modo que Fernando Fernán Gómez en El viaje a ninguna parte (1986) retrató la obstinación de unos cómicos en un mundo que ya no los quiere. Todas estas historias nos devuelven la paradoja cervantina: el delirio puede iluminar donde la cordura se resigna.
Hoy, sin embargo, la locura ya no se limita a individuos aislados. Las redes sociales han convertido el extravío en fenómeno viral: los memes funcionan como panfletos digitales que propagan paranoias colectivas, mientras hashtags y bulos colonizan la imaginación pública. Igual que los duques urdieron retablos para engañar a Don Quijote, los algoritmos de recomendación fabrican realidades que compiten por imponerse como verdad. La posverdad no niega los hechos: los disuelve en una sobrecarga de pseudo-datos que generan mundos paralelos. Hannah Arendt ya advirtió que la mentira organizada puede erosionar el suelo común de la experiencia. Hoy, la pregunta no es quién delira, sino quién controla los relatos: ¿las plataformas, los Estados, las masas anónimas? Como en la sátira de Valle-Inclán, donde la realidad se deforma en un esperpento (Luces de Bohemia, 1924), la hipermediación digital nos enfrenta a molinos disfrazados de gigantes.
En este panorama, defender causas perdidas se parece cada vez más a un gesto de locura. Camus llamó “hombre rebelde” (L'Homme révolté, 1951) a quien se levanta incluso sin esperanza; Simone de Beauvoir, en El segundo sexo (1949), mostró la obstinación del yo femenino por afirmarse como sujeto libre frente a una tradición que lo relegaba a la condición de “otro”. Hoy, activistas climáticos que se encadenan a carreteras o jóvenes que interrumpen ferias automovilísticas evocan el pathos quijotesco: fracasar puede ser una forma de resistencia frente a la lógica neoliberal del éxito. Y Cervantes ya había anticipado esa pasión desbordada en la determinación del hidalgo de convertirse en caballero: «No me levantaré jamás de donde estoy, valeroso caballero, fasta que la vuestra cortesía me otorgue un don que pedirle quiero… es que mañana en aquel día me habéis de armar caballero, y esta noche en la capilla deste vuestro castillo velaré las armas» (Cap. III).
La imaginación, en cambio, puede ser tanto fuga alienante como refugio creador. Cuando Don Quijote idealiza a Dulcinea, lo hace sobre un doble artificio: «la invención nominal de Dulcinea del Toboso —Aldonza Lorenzo transfigurada en dama— y la absoluta asimetría entre el amante y la amada» (Cap. XXV, Primera parte). Ese amor imposible mantiene en pie la empresa caballeresca, pero también bordea la patología narcisista. Cervantes introduce un contrapeso en la Pastora Marcela, cuyo discurso resuena con fuerza: «Yo nací libre y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos» (Cap. XIV, Primera parte). Una temprana reivindicación de la libertad afectiva que recuerda que el deseo del otro no genera deuda automática.
La literatura española ha abundado en estas figuras: Lorca, en Doña Rosita la soltera (1935), denuncia la espera estéril de un amor idealizado; Carmen Laforet, en Nada (1945), retrata la necesidad de imaginar mundos alternativos frente a la alienación. En el cine más reciente, Quién te cantará (Carlos Vermut, 2018) explora cómo el deseo puede proyectarse hasta borrar la identidad del otro. ¿Somos capaces de amar realidades, o vivimos cautivos de fantasmas creados por nuestra mente?
Finalmente, el Quijote nos lega una lección de compasión. La fidelidad de Sancho enseña que lo que sostiene al caballero no es su razón ni su fuerza, sino el cuidado mutuo. En los episodios de la liberación de galeotes o la defensa del joven Andrés, el hidalgo se enfrenta a estructuras injustas aun a riesgo del ridículo o la derrota. Michel Foucault (Discourse and Truth: the Problematization of Parrhesia, 1983) leería aquí un acto de parresía: decir la verdad aun sabiendo que traerá castigo. Emmanuel Levinas (Totalidad e infinito, 1987) situó en el rostro del otro la exigencia primera; Judith Butler ha defendido la precariedad como base de alianzas; Hannah Arendt recordó que sin suelo común la política se degrada en tiranía. Frente a guerras narradas como espectáculos mediáticos o crisis climáticas negadas como delirios, la verdadera sensatez podría consistir en asumir la vulnerabilidad compartida. Algo así podemos vislumbrar en La lengua de las mariposas (José Luis Cuerda, 1999). Esta muestra la fragilidad del vínculo humano ante la violencia, o como muestra Luis García Montero en su poesía, que la ternura como acto político. Convertir la fragilidad en comunidad es quizás el camino más cuerdo en un tiempo de individualidades hiperconectadas.
Teniendo estas ideas en consideración, podemos mostrar claramente que la figura del hidalgo manchego no pertenece al pasado. Sus aventuras refractan nuestras propias tensiones: la tecnolocura de las pantallas, la militancia desesperada, la posverdad digital, la alienación del deseo, la necesidad de compasión. Cada capítulo de nuestro presente reescribe la pregunta cervantina: ¿es delirio enfrentarse a gigantes inventados o lo es resignarse a su dominio? Tal vez la única cordura posible consista en preservar el derecho a imaginar otras lógicas, aun a riesgo de parecer insensatos. En esa intersección entre locura y lucidez se abre, todavía, el camino inacabado de la filosofía.
Para finalizar, os invitamos a explorar este tema por este mapa de las inquietudes con cinco puntos nodales que invitan a reflexionar desde una multiplicidad, pero cerrando y limitando el tema a espacios posibles con el alumnado de la ESO y Bachillerato.
1. Locura lúcida frente a razón instrumental
La locura de Don Quijote no es mero extravío: se convierte en espejo crítico que revela la violencia encubierta bajo la racionalidad utilitaria. Cervantes muestra que la cordura aparente puede ser ciega y que la imaginación abre un horizonte de justicia y de sentido. En la paradoja entre Quijote y Sancho se cuestiona la ecuación entre conocimiento y cordura: el lector ilustrado enloquece, mientras el iletrado representa la voz de la sensatez. Esa tensión se ha reproducido en narrativas contemporáneas, donde personajes aparentemente racionales sucumben a delirios de poder o amor idealizado.
- ¿Puede la locura ser más clarividente que la cordura?
- ¿Hasta qué punto la imaginación nos permite ver lo que la razón utilitaria oculta?
- ¿Qué nos enseña la paradoja entre Don Quijote y Sancho sobre la relación entre saber e insensatez?
2. Viralidad, posverdad y paranoia colectiva
Hoy la locura ya no es individual, sino viral. Las redes sociales funcionan como molinos digitales que amplifican la paranoia colectiva: memes, bulos y narrativas conspirativas diluyen la frontera entre verdad y ficción. La posverdad, más que negar hechos, los sepulta bajo un flujo interminable de pseudo-datos que generan mundos paralelos. Igual que los duques engañaban a Quijote con retablos falsos, los algoritmos fabrican realidades que nos atrapan. La pregunta ya no es quién delira, sino quién controla los relatos.
- ¿Estamos viviendo en una era donde la locura se ha vuelto contagiosa y viral?
- ¿Quién tiene hoy el poder de fabricar realidades: los individuos, los algoritmos o los Estados?
- ¿Dónde acaba la ficción y empieza la verdad en el mundo digital?
3. Militancias, fracaso y resistencia
Defender causas perdidas puede parecer una locura, pero encierra una ética de la insumisión. Camus habló del rebelde que se levanta aunque no haya esperanza; Kierkegaard, del caballero de la fe que arriesga todo por lo indemostrable. Hoy, activistas climáticos encadenados a edificios evocan el pathos quijotesco: fracasar puede ser resistencia frente a la lógica neoliberal del éxito. En esta dimensión, la locura se asocia a la dignidad de luchar sin garantías y al derecho a narrar el sufrimiento con sentido, como subraya Viktor Frankl.
- ¿Es locura luchar por causas perdidas o constituye una forma de dignidad ética?
- ¿Puede el fracaso convertirse en resistencia frente a la lógica neoliberal del éxito?
- ¿Qué nos dice el ejemplo de quienes insisten en actuar aunque no tengan garantías de victoria?
4. Imaginación, deseo y alienación
La imaginación quijotesca —ver gigantes donde hay molinos, o idealizar a Dulcinea— no es simple engaño: es un laboratorio de lo posible (Ricoeur, Bloch). Esa capacidad de fabular permite resistir la alienación y proyectar mundos alternativos. Pero la idealización también encierra riesgos: el amor puede convertirse en proyección narcisista o en coacción, como advierte el contraste entre Quijote y la Pastora Marcela. En la cultura actual, este dilema aparece en la romantización del sufrimiento, en amores virtuales como el de Her, o en la búsqueda obsesiva de series y lecturas que sustituyen la experiencia vital.
- ¿Es la imaginación un refugio creativo o un peligroso autoengaño?
- ¿Podemos amar realidades o vivimos cautivos de nuestras proyecciones ideales?
- ¿Hasta qué punto la cultura actual romantiza el dolor y el deseo, convirtiéndolos en formas de alienación?
5. Ética de la compasión y locura compartida
Más allá de la épica individual, el Quijote recuerda que el cuidado mutuo es lo que nos mantiene en pie. Su “locura” no es solo una obsesión personal, sino también una forma de contagiar solidaridad: cuando Sancho sigue al hidalgo, lo hace movido por una fidelidad que bordea lo irracional. Frente a guerras narradas como espectáculos o a crisis ecológicas negadas como delirios, se abre una ética de la compasión que parece insensata a los ojos de la razón instrumental. Levinas, Butler o Arendt insisten en que de la precariedad puede surgir comunidad, y Cervantes lo mostró al sugerir que la verdadera cordura tal vez consista en sostener al semejante cuando el mundo se derrumba.
- ¿Es locura reconocer la fragilidad compartida como fundamento de comunidad?
- ¿Qué nos enseña la fidelidad entre Don Quijote y Sancho sobre la “locura” de cuidar al otro?
- ¿Puede fundarse una política desde la vulnerabilidad aunque parezca insensato?
- ¿Transformar el dolor colectivo en solidaridad es un gesto de locura o de lucidez?
Para facilitar el trabajo a profesores y alumnos puede ser útil consultar los siguientes consejos para realizar un ensayo filosófico:
- Consejos para hacer un ensayo filosófico
- Explicación detallada, ejemplos y recomendaciones para el dilema moral (OFE)
También será de ayuda tener en cuenta los criterios de valoración que se emplearán en la olimpiada:
CATEGORÍA DE ENSAYO
1. CLARIDAD Y PRECISIÓN:
- Las frases son claras, fácilmente inteligibles y bien redactadas
- El vocabulario está empleado con precisión y propiedad
- Se emplean los conceptos de forma adecuada
- El texto tiene riqueza expresiva y de vocabulario
- Hay esfuerzo por precisar el sentido en que se emplean ideas o términos vagos, ambiguos o que puedan llevar fácilmente a equívoco
2. ESTRUCTURA Y ARGUMENTACIÓN:
- El texto tiene un hilo conductor claro, el argumento general se sigue bien y las distintas ideas y párrafos están bien enlazados entre sí en continudad
- Hay una introducción que sitúa y enfoca bien el tema general, un desarrollo articulado y unas conclusiones claras que recogen la/s principal/es tesis defendida/s
- El texto es coherente y el avance en la exposición y argumentación es progresivo
- Se argumentan y razonan adecuadamente las afirmaciones, sin dejarse llevar acríticamente por tópicos, prejuicios o argumentos de autoridad
- Las razones aportadas son suficientes, variadas y desarrolladas
- Se tienen en cuenta posibles objeciones y opiniones contrarias, con refutaciones razonadas
- La argumentación general es sólida y convincente
- Se ponen ejemplos claros y adecuados, a ser posible inspirados en la vida cotidiana y en la experiencia personal del alumno
3. CONTENIDO:
- La exposición corresponde a lo que se pregunta
- El tema está bien planteado, mostrando su interés, importancia y los problemas que encierra
- Se plantean cuestiones verdaderamente relevantes sobre el tema planteado
- Se relaciona con los grandes problemas de la reflexión filosófica y con afirmaciones o enseñanzas de diversos pensadores
- El enfoque es personal y original y el texto tiene frescura y viveza, lejos de recurrir a estereotipos o limitarse a reproducir un conjunto de contenidos aprendidos
CATEGORÍA DE FOTOGRAFÍA FILOSÓFICA
- La calidad técnica y estética de la fotografía.
- La riqueza simbólica e iconográfica de la imagen.
- La relación y coherencia entre la imagen y la pregunta formulada.
- La adecuación y relación con el tema general planteado para esta edición.
- La originalidad y profundidad de la propuesta y el enfoque.
- La capacidad de la composición para provocar sensaciones y emociones y sugerir reflexiones filosóficas.
CATEGORÍA DE DILEMA MORAL
1. ENUMERACIÓN DE OPCIONES
- Se dan variedad de opciones, no se limitan a las dos opciones del dilema
- Son opciones relevantes y pertinentes
2. ANÁLISIS DEL DILEMA
- Señala los dos valores más importantes en conflicto
- Señala otros valores secundarios
- Distingue claramente la jerarquía en los valores
3. ARGUMENTACIÓN
- Los argumentos son pertinentes y relevantes
- Emplea argumentos suficientes (al menos tres en cada columna)
4. SOLUCIÓN
- Claridad
- Introducción y conclusión: es importante que la solución esté bien construida, con una introducción y una conclusión claras que permitan ver la opción que ha elegido el alumno/a
- Continuidad: debe haber una continuidad y progresión entre los diferentes párrafos
- Ideas personales
- El comentario debe reflejar un punto de vista personal del alumno/a
- Debe evitar recurrir exclusivamente a lo ya sabido sobre el tema planteado, o a lo dicho en clase sin una elaboración personal
- Razonamiento
- Pertinencia - relevancia: en la exposición debe quedar claro que el alumno/a es consciente de que no todos los argumentos tienen el mismo peso y cuáles son los fundamentales
- Argumentación. Tienen que quedar claras las razones que el alumno/a aporta para justificar su opinión. Tienen que ser variadas y suficientes, incluyendo algún contraargumento
- Refutación: debe incluir la refutación de alguno de los argumentos en contra de su decisión
5. ORTOGRAFÍA Y PRESENTACIÓN
CATEGORÍA DE VÍDEO FILOSÓFICO
1. CALIDAD Y COMPLEJIDAD TÉCNICA
- Sonido
- Imagen
- Factura
- Montaje
2. GUION
- Centrado en el tema
- Precisión y calidad de la reflexión propuesta
- Existencia de una tesis sobre el tema
3. RIQUEZA CONCEPTUAL
- Riqueza conceptual
- Evita caer en tópicos visuales y conceptuales
- Capacidad de provocar la reflexión sobre el tema
4. ORIGINALIDAD Y CREATIVIDAD